Con un gol de desventaja desde el partido de ida, el Milán necesitaba ganar por dos para avanzar. Llegaron a la mitad en 60 segundos desde el saque inicial: un centro de Christian Pulisic, un cabezazo de Malick Thiaw al otro lado de la portería y el nuevo fichaje Santi Giménez estuvo para meterlo.
Uno a cero arriba y 89 minutos (más el tiempo de descuento) en casa, frente a sus fanáticos, para marcar el segundo. Parecía pan comido si tenemos en cuenta que sus oponentes, el Feyenoord, que no ha sido bueno desde que Arne Slot se fue al Liverpool hace nueve meses y que ya despidió a su sucesor, Brian Priske, no contaban con menos de 10 jugadores y, como resultado, estaban comenzando con tres adolescentes. .
El Milan tuvo el control total de la primera parte y perdió varias ocasiones para duplicar la ventaja. Comenzaron bien en la segunda mitad y estuvieron cerca de marcar de nuevo… pero luego vino el colapso de Theo Hernandez.
Rafael Leão alimentó a su lateral en una superposición mientras Theo se cortaba en el área penal, corrió debidamente hacia el defensor Givairo Read y… obviamente se cayó sobre su pierna, sin ningún contacto. El árbitro Szymon Marciniak no tuvo más remedio que mostrarle la tarjeta amarilla… y luego también una roja.
¿Por qué? Theo ya había sido amonestado al final del primer tiempo, una amonestación tan innecesaria como esta. El primero fue por una falta sin sentido sobre Jakub Moder en el círculo central, que estalló en una melé que dejó a su adversario en ese flanco, Anis Hadj Moussa, necesitando ser sujetado físicamente.
“El rostro de la derrota del Milán debería ser mi rostro, no el de Theo. … Yo soy el responsable”, dijo el técnico del Milán Sérgio Conceição después del partido. El ícono del club (y ahora asesor principal) Zlatan Ibrahimovic se hizo eco del sentimiento: “El árbitro fue duro: en un partido como este, por lo general, solo das una advertencia. … No estamos enojados con Theo, estamos enojados con nosotros mismos, cometimos suicidio ahí fuera”.
Los fanáticos del Feyenoord, encerrados en lo alto del tercer nivel de San Siro, celebraron su marcha fuera del campo como si acabaran de marcar ellos mismos. Entendieron la situación, sin duda mejor que Theo.
El Milán, jugando en casa y con una alineación de cuatro delanteros, estaba preparado para atacar. A pesar de jugar con un hombre menos durante casi toda la segunda mitad, inicialmente dominaron el partido. Sin embargo, un cabezazo de Julián Carranza cambió el rumbo del partido a favor del Feyenoord.
El entrenador del Milán respondió retirando a Pulisic y Giménez, dejando a Félix y Leao al frente. Esta decisión resultó contraproducente, ya que Leao recibió una tarjeta roja y Félix demostró una falta de temperamento que condujo a otra tarjeta amarilla.
Zlatan Ibrahimovic, una figura influyente en el club, había enfatizado la importancia del partido. El Milán estuvo a la altura de las expectativas hasta la expulsión de Theo, tras la cual tomaron decisiones cuestionables que finalmente llevaron a su caída.